Originariamente, los frisos eran esas partes finas que diferenciaban las paredes del techo o del suelo, pero por fortuna, actualmente, se han convertido en unas bandas decorativas que pueden llegar a cubrir parte o la totalidad de una pared. Además del carácter decorativo, cubrir una pared con frisos añade un componente aislante a la vivienda. Las paredes son una de las partes de la vivienda donde se pierde mayor cantidad de energía, por lo que la instalación de frisos nos puede evitar esa pérdida de energía. Además del ahorro de energía, los frisos también pueden proporcionar un aislamiento acústico, muy necesario en las viviendas urbanas.

    Podemos encontrar diferentes tipos de frisos según el material en el que estén fabricados. Por una lado están los frisos de madera, este material es el ideal si queremos dar un toque rústico o clásico a nuestras paredes. Si por el contrario, queremos dar un toque más moderno y porque no, más atrevido, los frisos de melamina son la mejor elección pues ofrecen acabados más alternativos. Y por último, están los frisos de PVC, son perfectos para decorar zonas más húmedas, como puede ser un baño o la cocina, o incluso un sótano.

    A la hora de decorar con los frisos, podemos jugar con las diferentes anchuras que tiene, con la forma de colocarlos en las paredes, tanto horizontal como vertical, o también puedes combinarlos con pintura o papel pintado si no quieres cubrir toda la pared con el friso. Todo depende del resultado que quieras conseguir y de tu imaginación.

    Como ya hemos comentado, los frisos nos ofrecen una gran capacidad decorativa, además de poseer otras ventajas como la de aislar. Los frisos, son la elección perfecta si quieres renovar tus paredes, bien por decoración o porque estén viejas o estropeadas, conseguirás un resultado perfecto y todo de una forma muy económica y casi sin obras.

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