Suelos de corcho, una opción económica para nuestro hogar. Parte 1

    En estos tiempos de crisis medimos aún más si cabe, los pasos que damos para decorar y dar forma a nuestro hogar. Todo ahorro es poco. A la hora de pavimentar el suelo de nuestro piso, los suelos de corcho pueden ser una magnífica solución.

    Las razones pueden ser muchas: su bajo coste, su sencillo mantenimiento, su baja conductividad térmica, es decir, no se enfrían en exceso, y sobre todo su resistencia al paso del tiempo y al desgaste.

    Los suelos de corcho no se deforman con facilidad, ni con el peso de los muebles. Podemos encontrarnos los suelos de corcho en losetas de diferentes tamaños, colores y texturas, las cuales como hemos dicho antes no se deformarán ni siquiera con los golpes.

    A la hora de instalar el suelo de corcho es indispensable que el pavimento que va a estar debajo esté perfectamente limpio de polvo y suciedad, para conseguir una perfecta adherencia. También es muy importante que esté totalmente nivelado porque el corcho se adaptará al relieve del suelo.

    Del mismo modo, la zona donde se colocará el suelo de corcho debe estar libre de revestimientos pegados al suelo, como moquetas, baldosas de plástico, linóleo o vinilo. Una vez que éstos están eliminados se be lijar el suelo para que el acabado sea muy fino no queden ni estrías ni arañazos.

    Por último, hay que limpiar y aspirar la zona.

    En el caso de que se detecten grietas, se deberán tapar con masilla. Si las hendiduras son pequeñas, habrá que hacerlas más grandes para cubrirlas con abundante material, ya que en caso contrario, la masilla se desprenderá con el tiempo. Una vez seca, se debe lijar y limpiar el suelo.

    Otro aspecto muy importante a tener en cuenta es la permeabilidad del suelo, ya que éste no debe ser muy poroso. Para comprobarlo basta con verter sobre el mismo unas gotas de agua, si desaparece en unos tres minutos será necesario extender una capa de imprimación sobre el pavimento para así mejorar la adherencia.