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Los suelos de vinilo en rollo vienen en diferentes anchuras, de 2 a 4 metros, mientras que las losetas se encuentran en baldosas independientes autoadhesivas.
Conviene destacar, además de las cuestiones estéticas, que la instalación del vinilo en rollo es más apropiada para aquellas estancias de pequeñas dimensiones. Si la estancia es amplia, las uniones y juntas del papel pueden favorecer una mala conservación del suelo. Los suelos en rollo son de naturaleza blanda y acolchada. Por lo que no soporta pesos excesivos y es posible que se perfore o raje. En este caso, la restauración de las zonas dañadas es muy compleja. Para sustituir las partes deterioradas, es necesario despegar toda la lámina.
Por otro lado, las losetas son rígidas y duras, por lo que soportan mejor los grandes pesos y en el caso de que tenga que reponerse una baldosa, bastaría con retirarla y colocar una nueva.
Los suelos de vinilo son superficies impermeables que soportan el contacto con el agua, por lo que su mantenimiento es muy fácil. Para un mantenimiento diario es suficiente pasar una fregona mojada en una solución de jabón neutro y agua. De forma periódica es aconsejable utilizar ceras específicas para obtener un brillo mayor. Aunque su apariencia sea similar a la de los abrillantadores comunes, no es conveniente aplicar estos en las superficies de vinilo ya que les harán más resbaladizos.
Los suelos de vinilo tampoco deben limpiarse con productos corrosivos, alcalinos o detergentes muy fuertes pues seguramente que decoloren sus diseños y dañen la superficie. Recordad que aunque son muy fáciles de instalar, es imprescindible que la superficie que se vaya a revestir esté libre de imperfecciones, suciedad o porosidad, pues sino el suelo no pegará bien y con el paso del tiempo terminará levantándose.
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